Había un pueblo en el que las mujeres eran muy infieles, y cada vez que alguna cometía una infidelidad, iba a la iglesia a confesar.
El párroco, harto de escuchar la palabra "cuernos" de boca de sus feligresas, decidió que todas dijesen "me he caído del puente" en lugar de "le he puesto los cuernos a mi marido".
Un día ese párroco murió y llegó uno nuevo al pueblo que no sabía nada del pacto que había entre las beatas y el cura anterior.
El sacerdote nuevo, tras unos meses ejerciendo sus labores en la iglesia, estaba preocupado porque todas las mujeres no hacían más que decirle que "se habían caído del puente". Preocupado por el estado del puente, se fué a hablar con el alcalde del pueblo y le dijo:
-Sr. Alcalde, estoy muy preocupado por el estado del puente del pueblo, ya que muchas del las mujeres del pueblo, cada vez que vienen a confesar me dicen que " se caen del puente" ¡Algo tenemos que hacer!.
El alcalde, conocedor del significado de la frase "me he caído del puente", empezó a reír a carcajadas, a lo que el párroco asombrado le dice:
-¡Si, si! ¡Usted ríase, pero que sepa que su mujer es la que más se cae!...