Ese hombre que va al médico porque estaba preocupado por un problema sexual, y cuando entra en la consulta del médico le dice:
- Verá doctor, tengo un problema. Cuando hago el amor con mi mujer, me da la impresión de que no siente nada. Algunas veces incluso se duerme.
Es médico le responde:
- Eso tiene una explicación científica. Algunas mujeres en estado de excitación se acaloran tanto que les es imposible sentir nada. Trate de hacer el amor y abanicarla al mismo tiempo.
El hombre salió totalmente satisfecho ante la solución que le había dado el médico a su problema y esa noche así lo hizo.
Pero cuando atendía al abanico no atendía a lo otro.
Así que contrató a un negro para que abanicase a su señora.
Ya en su casa lo prepara todo para que su mujer estuviese lo más cómoda posible y cuando su mujer ya estaba en la cama tumbada, el hombre se pone encima de la mujer y empieza el coito mientras le dice al negro:
- ¡Venga, negro, abanica!. ¿Sientes ahora Maruja?.
- Pues nada Pepe....- Responde la mujer.
El hombre empieza a moverse con más fuerza y vigorosidad y le vuelve a decir al negro:
- ¡Más fuerte negro!....
Y vuelve a preguntar a su mujer: - ¿Y ahora, Maruja? ¿Qué sientes?
La mujer vueve a responder resignada:
- Nada Pepe, nada.
El hombre agotado por el esfuerzo se levanta de encima de su señora y le dice de mal humor al negro:
- ¡Negro, trae el abanico y ponte tú encima de mi mujer!.
El negro se situa encima de Maruja mientras el marido se pone a abanicar y le pregunta a su mujer otra vez:
- ¿Y ahora Maruja? ¿Sientes algo?
A lo que la esposa responde entre gritos y gemidos:
- ¡¡Siiiiiiií, siiiiiiiiiií, ahora siiiiiiií!!
El hombre satisfecho le dice al negro con voz de autoconvicción:
- ¿Ves negro? ¡No sabes ni abanicar!.